Me satisface mucho poder compartir con todos vosotros el contenido del afectuoso artículo que Jep Martí, archivero y excelente investigador en historia de la fotografía, ha dedicado a la última edición de nuestras Jornadas sobre investigación en Historia de la Fotografía (IFC, octubre de 2021) y que ha sido publicado recientemente en «La Dada», Diario digital de la Asociación de archiveros y gestores de documentación de Cataluña.
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INVESTIGACIÓN Y ARCHIVOS
Se ha celebrado en Zaragoza la cuarta edición de las Jornadas sobre Investigación en Historia de la fotografía. 1839-1939: Un siglo de fotografía.
Jep Martí, investigador en historia de la fotografía y archivero
22 de noviembre de 2021
Desde 2015, los investigadores en historia de la fotografía han empezado a tomar el hábito, y el gusto, de marcarse en la agenda una cita bienal casi obligada para los últimos días del mes de octubre. Cada dos años se celebra en Zaragoza un encuentro internacional, de tres días de duración, que con sólo cuatro ediciones se ha convertido en el encuentro más importante de todas las convocatorias que se realizan en el Estado español dedicadas a la investigación en historia de la fotografía: investigadores, coleccionistas, conservadores, académicos, archiveros, fotógrafos, etc. El resultado tangible de cada uno de estos encuentros ha sido un volumen de unas quinientas páginas dedicado a la investigación de la historia de la fotografía entre 1839 y 1939, de un nivel más que envidiable, y en algunos casos extraordinario . Volúmenes que, además de poder adquirirse físicamente, las primeras y las segundas , donde se podrá descargar individualmente cada una de las ponencias y de las comunicaciones presentadas. Me parece de justicia dejar constancia de que el director de las jornadas y editor de las actas, es el doctor José Antonio Hernández Latas, investigador de ARAID de la Universidad de Zaragoza, y principal impulsor de este congreso.
Cabe decir, además, que las jornadas de Zaragoza han tenido, desde la primera edición, y tienen todavía, un resultado intangible que considero tanto o más importante que las actas impresas: el intercambio de conocimientos entre buena parte de los asistentes al margen de las sesiones académicas y del programa establecido por la organización, y la creación de vínculos de amistad entre los participantes, lo que nos permite continuar los contactos ininterrumpidamente en el tiempo a lo largo del período intercongresual. Entiendo que muchos estarán pensando que este es un hecho que se da en muchos congresos, en muchas convocatorias periódicas de este tipo, porque es uno de los objetivos que se persigue habitualmente, y seguramente tiene parte de razón. En el caso de estas Jornadas de Zaragoza, se da el caso de que un porcentaje muy alto de los asistentes reinciden presencialmente convocatoria tras convocatoria, y no sólo en la asistencia, sino también en la presentación de comunicaciones y en la exposición de las ponencias. De memoria os puedo decir que, en lo que afecta a la Península Ibérica, los asistentes representan a todas y cada una de las zonas geográficas, de norte a sur y de este a oeste.
En cuanto a Cataluña, la representación ha sido muy nutrida en todas las ediciones, y si repasamos su procedencia encontramos investigadores que se identifican con instituciones muy diversas, como la Universidad Pompeu Fabra, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, la Escola Massana, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad Politécnica de Cataluña, la Universidad de Barcelona, el Archivo Fotográfico de Barcelona, la asociación Fotoconexión, la Factoría Heliográfica, el Instituto de Estudios Fotográficos de Cataluña, el Archivo Municipal de Valls, la mayoría de socios de Fotoconexión y otros investigadores que asisten sin vincularse a ninguna institución.
Las Jornadas de Zaragoza son un magnífico termómetro para captar el estado en el que se encuentra la investigación en historia de la fotografía en cada uno de los territorios que configuran el Estado español, y es una clara evidencia de que la historia de la fotografía de éste país está todavía lejos de ser culminada en todas sus vertientes.
Dicho todo esto, un archivero se puede preguntar, ¿cómo afecta a toda esta investigación en el tratamiento del día a día de los fondos fotográficos que se preservan en los archivos catalanes? Es cierto que muy a menudo los investigadores centramos nuestras investigaciones en los grandes nombres de la historia de la fotografía, y que en la mayoría de nuestros archivos, en particular los locales y comarcales, las fotografías producidas por los que la historia ha considerado los grandes fotógrafos no abundan, y uno puede llegar a plantearse que lo que se debate en estos foros no le afecta ni poco, ni mucho. Si sólo tenemos en cuenta los nombres de los fotógrafos que aparecen citados en los títulos de las ponencias y de las comunicaciones (Clifford, Infante Sebastián Gabriel Borbó, Carlos Relvas, Gustave le Gray, Jean Laurent, Antoni Esplugas, Franck Villechole, Josep Massana, Kâulak, Debás, Louis Masson, Paul Marès, Martínez Sánchez, Augusto de Belvedere, etc.) quizás os podría dar parte de razón.
Ahora bien, ¿y si tenemos en cuenta algunos anunciados más genéricos? Por ejemplo: Angelitos en el cielo. Muerte, ritual funerario y fotografía en la Mancha (1870-1931)». ¿Cuántos de usted tiene en los archivos retratos de personas difuntas?, los llamados “post-mortem”. ¿No debe interesarles una práctica que fue habitual desde los inicios de la fotografía y, en algunos lugares, hasta bien avanzado el siglo XX? Otro ejemplo: las muchas comunicaciones que se han presentado a lo largo de estas ediciones sobre fotografía y arquitectura, a veces como simple inventario del que se ha realizado en un determinado territorio, otras como ejemplo testimonial para identificar el patrimonio arquitectónico desaparecido en otras zonas, otras revisando los contenidos de revistas ilustradas que nos permiten identificar arquitectura y conocer una gran cantidad de imágenes fotográficas de las que se desconoce la existencia de originales.
¿Quién no tiene en su archivo fotografías producidas por los llamados fotógrafos “minuteros”? ¿No le interesa conocer el origen de esta práctica y de las cámaras que utilizaban?: «El fracaso de The Automatic Photograph Company , origen de la cámara minutera». ¿Cuántas veces se encuentra con retratos de fotógrafos conocidos, pero que el anonimato del personaje retratado le dificulta enormemente la datación de la pieza? Una ponencia puede sernos extraordinariamente útil en este caso: «La puerta de atrás. Metodología para el estudio de los positivos fotográficos del siglo XIX a partir de sus reversos». Muchos ya lo hemos practicado, y puedo aseguraros que es un método casi infalible para dejar de hacer aquellas dataciones tan genéricas “finales del siglo XIX”, “entre 1900 y 1920”, “1860-1870”, etc.
¿Qué se hace de las cajas originales de los negativos de vidrio?, ¿o de las cápsulas de los carritos de negativos de plástico de paso universal?, o de los marcos deteriorados de las imágenes fotográficas que se utilizaban para proyectar en los cines?, o de los sobres y envolturas variadas que sólo servían para llevar fotografías de la tienda a casa? ¿Se ha parado a pensar que puede ser material imprescindible para el estudio de la evolución de la industria fotográfica? Este año ha habido una comunicación titulada «La industria fotográfica en España: Pablo Broquier y Gautier (1859-1931)». No me cabe duda de que su lectura cuando se publique, hará ver estos objetos “inútiles” de otra forma.
Evidentemente, no tengo todo el espacio del mundo, y no puedo realizar un repaso exhaustivo a los puntos de interés de todas y cada una de las comunicaciones y ponencias presentadas a lo largo de estas ediciones en Zaragoza, pero no quiero acabar sin hacerme eco de una comunicación presentada este año por los coleccionistas y fotohistoriadores Juan Antonio Fernández Rivero y Mª Teresa García Ballesteros, con un título tan inocente como «Alfonso Roswag y el álbum de Navidad», en sustitución de la que se anunciaba en el programa oficial sobre los álbumes fotográficos de viajes del siglo XIX. Tras el nuevo título se nos presentó un álbum preparado por Alfonso Roswag y Catalina Dosch para regalar a un hermano del primero, que contiene mayoritariamente retratos de personajes realizados por la casa Laurent de Madrid. Hay que tener presente que Alfonso Roswag era el yerno de Jean Laurent. El caso es que una de las solapas de este álbum escondía una auténtica bomba documental para la historia de la fotografía: los retratos de Alfonso Roswag y Catalina Dosch, claramente identificados con una inscripción manuscrita en el reverso, siendo el primero el que hasta ahora había sido considerado el único retrato de estudio conocido del fotógrafo Jean Laurent. Resulta, pues, que la fisonomía que hasta ahora se identificaba con Jean Laurent, es la de su yerno Alfonso Roswag. Un dato que, además, certifica la importancia del papel de Alfonso Roswag dentro de la empresa de J. Laurent.
Las IV Jornadas sobre investigación en historia de la fotografía. 1839 – 1939: Un siglo de fotografía , ya son historia. Esperamos que en las próximas semanas vean la luz las actas de la edición anterior, entretenidas por problemas derivados de la anormal situación vivida desde marzo de 2020, y que podamos reencontrarnos en la quinta edición de 2023.
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Enlace a la edición original, en catalán: